domingo, 26 de febrero de 2012

Mi puzzle

Hay momentos en la vida en que todo se convierte en un puzzle. Tu vida se hace pequeñas piezas de puzzle que debes componer poco a poco, otra vez. En este puzzle no hay foto que valga, no hay una imagen por la que guiarse, nada más que tu corazón y tu mente. Solo tienes eso. Debes aferrarte tan fuerte a ello que a veces duele, duele mucho porque el corazón y la mente son confusos, son duros de pelar, son testarudos de verdad. A veces nos aferramos a ideas equivocadas e intentamos colocar piezas que no encajan por ningún lugar porque no pertenecen a tu puzzle, no al de ahora. Los piezas cambian con el tiempo, cambian con los años, cambian por el corazón, porque las cosas pasan, cambian, evolucionan o se estancan. A veces las piezas más grandes se convierten con el tiempo en las más pequeñas, otras en inexistentes.
Cuando tienes que reconstruir tu puzzle, otra vez, debes aferrarte a él, fuerte, muy fuerte, y luchar por él. Porque con el tiempo lo que queda son las pequeñas piezas que se mantienen puzzle tras puzzle. Las piezas más pequeñas llegan a ser grandes piezas, piezas imprescindibles, imborrables. Porque sin tu puzzle no eres nada, nada de nada.

Las piezas del puzzle separadas no son nada, juntas son todo. Reconstuirlo lleva su tiempo pero todo con esfuerzo y empeño se consigue, hasta lo improbable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario