domingo, 4 de diciembre de 2011

Nada dura para siempre, amor

Antes con solo cerrar los ojos podía visualizarle aquí, a mi lado, riéndose. Cerraba tantas veces los ojos para poder visualizarle que no sabía bien si vivía de mis visiones o de lo que verdad veían mis ojos. Siempre cerraba los ojos porque no quería darme cuenta que nunca estaba a mi lado, ni que tampoco lo estaría nunca. Era una pobre ilusa. Viví tanto tiempo de él, de todo lo que yo creía que significaba para mi que me olvide de mi misma y de vivir mi vida. Creo que eso me llevo a donde estoy ahora.
He borrado sus fotos, he borrado su sonrisa, su voz, y a veces incluso su nombre, pero hay algo que no puedo borrar y son las palabras, las palabras que le escribí, las palabras que le dediqué. Fueron tantas. Le escribí los textos más bonitos, las palabras más sinceras y jamás (cuando digo jamás es jamás) las leyó o lo hará.

Ya no soy ciega, ya no cierro los ojos para intentar verle o sentirle. Ahora siempre los tengo abiertos para poder saber que sigo viva, y que siempre lo he estado.


No queda nada de lo que fui, solo recuerdos y palabras.



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